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INMORTALIDAD

(2004)

1.     “El vació de tus palabras”

Siempre que las olas gritan a mi mente, empiezo a comprender el sentido del fuego, quien arde en forma continua a lado de  los pensamientos, conforme se consume mis ideas la gente alrededor desprende las gotas que caen al zumbido del espacio.

 Es tu luz, las nubes…

 Quienes las escuchan son sombras. ¿Eres acaso tú? Que confuso, es la oscuridad donde se crean los sueños, es tu alma la que grita a mis sentidos.

 

La tierra regala al oculto grito de tu ser mi corazón, mientras una palabra que no se ha dicho confunde mi mente. Creo estar cerca de comprender, una luz entonces destroza mi  ser.

 

Deseo escuchar lo que dices, pero tú te lo reservas, ¿Es acaso tu mente la que juega? Es posible más bien sea la mía, me pierdo en tus regazos, soy soñador.

 

Temes y lo sé, no te pido que dejes de ocultar las sombras, son mis brazos los que se abren, y tu solo sueñas.

2.     “Doscientas noches de frío”

 

El ocaso extiende las nubes al ritmo del gris color azul tenue, de la noche.

Observo la figura dibujada en el cielo, quizás una idea, talvez solo tú, no encuentro más estrellas que las que se reflejan en un frío charco de agua.

Cuantos hombres han mirado los ojos directos del ayer, cuantos hemos sentido helar nuestro sentimiento, donde van los sueños se hacen las risas, creo en tu única idea, el silencio.

Son otra vez las brisas del sur las que acarician tus cabellos, es el mismo tiempo en que se jugó la vida. Tantas son las noches en que tu vos canta al ritmo de mi soledad.

3.     “Las Montañas Azules”

Saber que tan lejos brilla una idea, cuanto sin duda se sufre ante la baga brisa de los vientos, donde yo sé que se unen los cantos de nosotros los pequeños soñadores, si antes reíamos hoy los manantiales se quiebran junto al ruido de mis proezas.

 

Tanto pido, poco lloro

Antes como al ángel en coro

Los hombres alzan su mirada

A la belleza de dioses creada

Sabes cuanto extiendo mis brazos al oriente, que me dibuja futuros llenos de sueños sonrientes.

 

OH majestuosas se posan ante mi mirada.

OH tu montaña sagrada,

A los pies del valle de mi pueblo amado.

Donde tantos en su vida han llorado.

Allí se pierden los pequeños sueños olvidados sin duda por sus viejos dueños.

 

Tu sombra azul dibuja tantas cosas, igual que unos solo comprende todo.

Las ninfas contigo juegan sollozas.

Llorando hago sabiendas de mi entrega.

 

4.     “El ultimo deseo”

La luz de las estrellas han reflejado nuevamente su esplendor en las arenas, suaves brisas hacen revolotear a las  criaturas del mar, mis dedos nuevamente han dibujado tu nombre, una gota moja la tierra y mis recuerdos hacen razón del ocaso.

Es la misma estrella, aquella que oye mis penas, la que sabe mis deseos, siempre ha estado allí, y finalmente quien sabe que plan divino la hará seguir allá arriba, iluminando mi sendero.

 

Es su cabello el cual rebota frente a  mis ojos, eres tu, es la luz de ti que hace de mis sentimientos un juego, de razones y torpezas, a veces ni se cual brinca de una idea.

 

Cada día te grito, grito al silencio lo que digo ¿Eres tu acaso quien llora? No comprendes cuanto daño hace el silencio…

 

Es el deseo profundo el que invade mi corazón, es el deseo de tu nombre.

 

5.     “Un segundo”

 

Van cayendo, mientras se acumula la misma a mis pies, poco a poco se desliza entre mis dedos, cuantos segundos habrán pasado, yo ya no lo sé. Mismas ideas, los mismos recuerdos, no hay nuevos. Quizás el mismo tiempo los dibuja. La sombra del viento hace estela con tu fuego.

 

Es lacónica tu mirada, espontánea tu dicción, única la sensación del correr de mi tiempo, nadie niega el tiempo pasado, pero, cierto es que llora el misántropo en el presente, y el hoy es inexistente mientras mañana es una realidad ajena  a la ficción del ayer.

 

El hombre en ese jirón deja todo y descansa, es ese mirar, tus ojos, cuando al despertar han desaparecido, sois  la misma quimera de todo “yo”.

 

“Oda”

 

La noche, próxima al recuerdo más ajeno, frío mismo que alguna vez fue y hoy de nuevo existe, eterno camino de huellas que antes alguien también pisó.

 

No puedo ver arriba, menos pensar en el mismo pasado que relleno los pensamientos, dos veces suelen caer los edificios, más quien lo niegue se convierte en un ingenuo.

 

Ingenuidad ha de llamarse, nadie lo ha de comprender

Pues más es el silencio que la realidad, son las piedras, esas mismas donde chapotea el agua, grillos gritan, soledad del cosmos posándose frente a mis ojos, hoy más dejo de pensar… es la misma estela, el juego… quizás arde una llama, una fogata.

 

Donde encuentro todo es aquel lugar donde se posan las aves en la noche, donde se llora, y todo nos deja pensar en sí, vueltas, más vueltas, la vida es eso, solo vueltas.

 

Vendrán de luz o oscuridad, siempre vendrán, no temas solo escucha, escucha el revoloteo sobre las arenas.

 

Sabrá toda ilusión, todo estas llamas de fuego dejan caer lagrimas que levantan del suelo ligeros fragmentos de polvo, tras de todo el recuerdo, las sonrisas… todo, es mi inmortalidad.

 

Autor: Johan Monge  Mena

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